Un ciudadano culto y autónomo en la sociedad digital, confieso que no sé lo que significa. Durante la primera semana del curso he escuchado y leído lo que mis compañer@s iban opinando, siempre con muy buen criterio, pero la segunda semana ha llegado y aún estoy atascada y algo desbordada.
Lo que es indudable es que la cultura digital y, sobre todo, la autonomía digital son claves para vivir en estos tiempos pero, creo yo que debemos medirlos en función de las necesidades de cada individuo.
Mi padre tiene 80 años y, no hace mucho, nos confesó que no comprendía ni la mitad de las palabras que aparecían en el catálogo de Media Mark. Pero es que, para mi padre, eso es lo de menos. Eso sí, es más duro sentirse impotente ante la máquina que expende el billete de tren, ¿dónde está el amable señor que le vendía el billete en la taquilla?
Mi vecina del cuarto se queja de que no le cogen el teléfono en el centro de salud porque es lunes, mientras yo ya he reservado mi cita a través de Internet el domingo, tranquilamente desde mi casa.
Vaya cola que hay que hacer para entrar en un museo si no tienes un smartphone con el que sacar la entrada o si lo tienes y no eres capaz de hacerlo.
Qué fácil hablar gratis con la familia y los amigos que están lejos si te has descargado el Skype o manejas cualquier servicio de mensajería instantánea. Y qué dura se le hace la distancia a quien tiene que ahorrar en llamadas de teléfono.
Ya sé que me diréis que pongo unos ejemplos muy burdos, pero así es como será de inculto nuestro alumnado si nosotros hoy no somos capaces de entender hacia dónde va el mundo en que deberán desenvolverse cuando se hagan adultos.
Perdonad la simpleza de mi reflexión.